Paginas: 248 | Idioma: Español | Formato: PDF
«Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes», escribió Isaac Newton a Robert Hooke en 1676. Aunque se refería a sus descubrimientos en óptica más que a sus trabajos, más importantes, sobre la gravitación y las leyes del movimiento, el comentario de Newton refleja adecuadamente cómo la ciencia, y de hecho el conjunto de la civilización, consiste en una serie de pequeños progresos, cada uno de los cuales se alza sobre los alcanzados anteriormente.
Este es el tema de este volumen fascinante, que utiliza textos originales para trazar la evolución de nuestra imagen del firmamento desde la revolucionaria propuesta de Nicolás Copérnico de que la Tierra gira alrededor del Sol a la no menos revolucionaria de Albert Einstein de que el espacio y el tiempo son curvados y deformados por la masa y la energía. Es una historia impresionante, porque tanto Copérnico como Einstein han contribuido a cambiar profundamente la manera de ver nuestro lugar en el orden cósmico. Pasó nuestro lugar de privilegio en el centro del universo, pasaron la eternidad y la certidumbre, y pasaron el espacio y el tiempo absolutos, sustituidos por láminas elásticas.
No sorprende que ambas teorías chocaran con una encarnizada oposición: la Inquisición en el caso de la teoría copernicana y el nazismo en el caso de la relatividad. Actualmente, tendemos a menospreciar como ingenua la antigua visión del universo de Aristóteles y Ptolomeo, en la cual la Tierra estaba en el centro del universo y el Sol giraba a su alrededor. Sin embargo, no deberíamos desdeñar demasiado su modelo, que no era en absoluto estúpido.
Incorporaba la idea aristotélica de que la Tierra es una esfera y no una placa plana, y resultaba razonablemente preciso en su función principal, la de predecir las posiciones aparentes de los cuerpos celestes en el firmamento, con finalidades astrológicas. De hecho, resultaba casi tan preciso como la herética sugerencia formulada por Copérnico en 1543 de que la Tierra y los planetas giran en órbitas circulares alrededor del Sol.
De hecho, hasta que los trabajos de Kepler no dieron mayor precisión al modelo heliocéntrico y Newton no formuló las leyes del movimiento, el modelo geocéntrico no perdió toda su credibilidad. Ello supuso un gran cambio en nuestra visión del universo: si no nos hallamos en el centro.
¿tiene nuestra existencia alguna importancia?
¿Por qué Dios o las leyes de la naturaleza deben preocuparse por lo que ocurre en la tercera roca que giraalrededor del Sol, que es donde nos dejó Copérnico?
Los científicos modernos han ido mucho más allá que Copérnico en su búsqueda de una descripción del universo en que el hombre (en el antiguo sentido anterior a lo políticamente correcto) no jugara ningún papel. Aunque esta manera de abordar el problema ha conseguido descubrir leyes objetivas impersonales que rigen el universo, no ha explicado, al menos por ahora, por qué este es como es en lugar de ser uno de los muchos otros posibles universos que también serían consistentes con estas leyes.
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