29 marzo 2020

Terry Orlick - Entrenamiento mental (PDF)

Paginas: 303-PDF  | Idioma: Español | Formato: PDF

 
La superación en la vida y en el modo de actuar comienza con la visión de adónde quieres ir y el compromiso que supone llegar allí.  A lo largo de mi vida, el trabajo con miles de personas me ha llevado a comprender con claridad qué se requiere para hacer este viaje con éxito. 

Hay siete elementos de la superación personal que son críticos y que sirven como guía en el camino hacia la excelencia: compromiso, atención dirigida, confianza, visualizaciones positivas, preparación mental, control de la distracción y  aprendizaje constante. Estos elementos, que constituyen la rueda de la excelencia, proporcionan las claves mentales para capacitarte y liberarte, de forma que puedas ser la persona que realmente deseas ser. La buena noticia es que cada uno de estos elementos está potencialmente bajo tu control.



Todos somos actores que vivimos el drama de la vida en distintos contextos. Somos capaces de perseguir nuestros sueños y alcanzar nuestras metas. Tenemos una fuerza ilimitada en el poder de nuestra mente. 
Por medio del desarrollo de los siete elementos de la superación, damos calidad y consistencia a nuestra forma de actuar y enriquecemos nuestras propias vidas. A menudo, el corazón de la excelencia humana comienza a latir cuando descubres un objetivo que te da significado, alegría o pasión. Cuando en una tarea, o dentro de ti mismo, encuentras un aspecto que te comprometes realmente a desarrollar, todo lo demás también puede crecer.



Figura 1.1 La rueda de la superación personal.
 

El alma de la superación crece de manera natural cuando te encuentras centrado y confiado, y cuando estás en conexión absoluta con cada uno de los pasos de tu tarea. Es esta atención dirigida la que te libera para continuar aprendiendo, experimentando, creando, disfrutando y llevando a la práctica tus propias capacidades.
 

Compromiso


El primer elemento de la excelencia es tu compromiso para:

[+] Perseguir tu sueño o hacer una aportación significativa a dicho sueño.

[+] Ser lo mejor que puedes ser.

[+] Hacer todo lo necesario para destacar.

[+] Desarrollar los caminos mentales, físicos y técnicos para destacar.

[+] Fijarte unas metas personales claras y perseguirlas sin darte por vencido.

[+] Perseverar pese a los obstáculos, aunque parezcan insuperables.

[+] Continuar aprendiendo, alimentar tu pasión y encontrar alegría en tu tarea.


El compromiso es el primer elemento esencial que te guía en la búsqueda de la superación personal. Si estás dispuesto a comprometerte, puedes hacer casi cualquier cosa; si no te comprometes, las metas de alto nivel son virtualmente imposibles de alcanzar. Existen muchas fuentes diferentes de compromiso, que conducen a la superación personal. Las más elementales son:


[+] Pasión por tu ocupación.

[+] Deseo de sentirte competente, necesitado, valorado, importante, exitoso, o especial.

[+] Buscar una satisfacción para tu potencial, llegar a ser aquello que eres capaz de ser, o hacer una contribución significativa en ese campo.

[+] Orgullo por tus acciones o creaciones.

[+] Disfrutar de seguir aprendiendo.






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02 febrero 2020

Edouard Schure – Los Grandes Iniciados - #1889 (PDF) (VERSION COMPLETA)

Paginas: 503| Idioma: Español | Formato: PDF 

 
Los Grandes Iniciados ha tenido un destino extraño. La primera edición de este libro se remonta a 1889, y fue recibida con un silencio glacial de la prensa. Sin embargo, al poco tiempo, las ediciones subsecuentes se multiplicaron y crecieron año tras año. Sus ideas resultaban sorprendentes para la mayoría de los lectores, y provocaban tanto la ira de las Universidades como de la Iglesia. Esa frialdad y el desprecio de los jueces más autorizados no impidieron su triunfo europeo.

El libro lo había obtenido por sus propios medios y siguió modesta pero seguramente su camino en la oscuridad. Tuve la prueba de ello a través de los mensajes de simpatía que me llegaban de todos los rincones del mundo, de los cinco continentes. Este movimiento tuvo su reflujo en Francia. Durante la guerra de 1914 a 1916, innumerables cartas de felicitación y de preguntas llegaron a mis manos. Las más serias venían del frente de combate. Después de esto, hubo tal aceleración en la venta de la obra, que mi distinguido y juicioso amigo, Andrés Bellessort, me señaló un día: “No has conquistado solamente tú publico, sino el público.” 

 El mayor mal de nuestro tiempo es que la Ciencia y la Religión aparecen como fuerzas enemigas e irreductibles. Mal intelectual, tanto más pernicioso cuanto que viene de lo alto y se infiltra cautelosamente en todos los espíritus, como sutil ponzoña que se respira en el aire. Y todo mal de la inteligencia viene a ser a la larga un mal del alma y, por consecuencia, un mal social.

Mientras el cristianismo no hizo otra cosa que afirmar sencillamente la fe cristiana, en una Europa aún semibárbara, como ocurría en la Edad Media, él fue la mayor de las fuerzas morales y formó el alma del hombre moderno. En tanto que la ciencia experimental, reconstituida en el siglo XVI, reivindicó sólo los derechos legítimos de la razón y su ilimitada libertad, ella fue la mayor de las fuerzas intelectuales, renovó la faz del mundo libertando al hombre de las seculares cadenas, y proveyó al espíritu humano de bases indestructibles.

Pero desde el momento que la Iglesia, no pudiendo probar ya su dogma primitivo ante las objeciones científicas, se encierra en aquél como en una casa sin ventanas, oponiendo la fe a la razón de modo absoluto e indiscutible; desde que la Ciencia enajenada por sus descubrimientos en el mundo físico, hace abstracción del psíquico e intelectual y se ha hecho agnóstica y materialista en sus principios y finalidad; desde que la Filosofía, desorientada e impotente entre ambas, ha abdicado en cierto modo de sus derechos para caer en un escepticismos trascendente, una escisión profunda se ha operado en el alma de la sociedad al igual que en la de los individuos. Este conflicto, al principio necesario y útil, puesto que estableció los derechos de la Razón y de la Ciencia, ha terminado por ser causa de Impotencia y agotamiento. 

La Religión responde a las necesidades del corazón: de ahí su magia eterna; la Ciencia, a las del espíritu: de donde su fuerza invencible. Pero desde hace mucho tiempo estas dos potencias no saben entenderse y convivir. La Ciencia sin esperanzas y la Religión sin prueba, se alzan una frente a la otra y se desafían sin poderse vencer. 

El mundo no ha conocido hombres más grandes de acción, en el sentido más fecundo, el más incalculable de la palabra. Brillan ellos como estrellas de primera magnitud en el cielo de las almas. Se llaman: Krishna, Budha, Zoroastro, Hermes, Moisés, Pitágoras, Jesús, y fueron poderosos moldeadores de espíritus, formidables vivificadores de almas, saludables organizadores de Sociedades. No viviendo más que para su idea, prestos siempre a morir y sabiendo que la muerte por la Verdad es la acción eficaz y suprema, ellos han creado las ciencias y las religiones, por consiguiente las letras y las artes, cuyo jugo nos nutre aún y nos da la vida.







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