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El comienzo del universo había sido discutido, por supuesto,
desde hacía mucho tiempo. Según varias cosmologías primitivas de la tradición
judía/cristiana/musulmana, el universo empezó en un tiempo finito y no muy
lejano en el pasado. Una razón para tal comienzo era la idea de que era
necesario tener una causa primera para explicar la existencia del universo.
Otro argumento fue propuesto por san Agustín en su libro La
ciudad de Dios, donde señalaba que la civilización progresa, y nosotros
recordamos quién ejecutó cierta tarea o desarrolló cierta técnica. Por lo tanto,
el hombre, y con ello también quizá el universo, no pudo haber existido
siempre. De lo contrario, ya habríamos progresado más de lo que lo hemos hecho.
San Agustín aceptaba una fecha en torno al 5000 a. C. para la creación del
universo según el libro del Génesis.
Resulta curioso que
esta fecha no
está muy lejos
del final de
la última glaciación, aproximadamente en 10 000 a. C.,
que es cuando empezó realmente la civilización. Por el contrario, a Aristótelesy a la mayoría de los filósofos griegos no les gustaba la idea de una creación
porque sonaba demasiado a intervención divina. Por eso creían que la especie
humana y el mundo a su alrededor habían existido, y existirían, para siempre.
Ellos ya habían considerado el argumento del progreso que se ha descrito antes,
y respondían al mismo diciendo que había habido diluvios periódicos u otros
desastres que, repetidamente, volvían a poner a la especie humana en el
principio de la civilización.
Cuando la mayoría de la gente creía en un universo esencialmente estático e invariable, la pregunta de si tuvo o no un comienzo
era realmente una pregunta metafísica o teológica. Se podía explicar lo que se observaba
de una de dos maneras: o bien el universo había existido siempre, o bien se
puso en marcha en algún tiempo finito de modo que pareciera que había existido
siempre. Pero, en 1929, Edwin Hubble hizo la
singular observación de
que, dondequiera que
miremos, las estrellas
distantes se están
alejando rápidamente de nosotros. En otras palabras, el universo se está
expandiendo. Esto significa que en tiempos anteriores los objetos habrían
estado más próximos.
De hecho, parecía que hubo un momento hace entre 10 000 y 20
000 millones de años en que todos estaban exactamente en el mismo lugar.
Este
descubrimiento llevó finalmente la pregunta del comienzo del universo al
dominio de la ciencia. Las observaciones de Hubble sugerían que hubo un momento
llamado el big bang en el que el universo era infinitesimalmente pequeño y, por
consiguiente, infinitamente denso. Si hubo sucesos anteriores a ese momento, no
podrían afectar a lo que sucede en el tiempo presente. Su existencia puede
ignorarse porque no tendría consecuencias observacionales. Se puede decir que
el tiempo tuvo un comienzo en el big bang, simplemente en el sentido de que no pueden
definirse tiempos anteriores.
Habría que dejar claro que este comienzo en el tiempo es muy
diferente de los que se habían considerado previamente. En un universo invariable, un comienzo en el tiempo es algo que tiene que ser impuesto por un
ser fuera del universo. No hay ninguna necesidad física de un comienzo. Se
puede imaginar que Dios creó el universo literalmente en cualquier momento en
el pasado. Por el contrario, si el universo se está expandiendo, puede haber
razones físicas de por qué tuvo que haber un comienzo.
Se podría seguir
creyendo que Dios creó el universo en el instante del big bang. Incluso podía
haberlo creado en un tiempo posterior de tal forma que pareciese que hubiera existido
un big bang. Pero no tendría sentido suponer que fue creado antes del big bang.
Un universo en expansión no excluye la figura de un creador, pero pone límites
a cuándo Él podría haber realizado su obra.